«Los ojos del Señor están sobre los que le temen; de los que esperan en su gran amor.» Salmos 33:18 (NVI)
A menudo, esperar en Dios y en Sus promesas puede parecer una tarea difícil, especialmente cuando nuestra naturaleza humana tiende a la impaciencia. Si nos encontramos angustiados o ansiosos, esa espera puede volverse aún más pesada y frustrante.
Sin embargo, el Salmo 33:18 nos asegura que Dios está atento a quienes le temen y confían en Su gran amor. Él observa a aquellos que viven tratando de obedecer Su Palabra, que buscan Su dirección y, aun cuando fallan, se levantan una y otra vez. Esas personas tienen Su mirada puesta sobre ellos.
Lo interesante es que este versículo no se enfoca solo en la obediencia, sino en la espera en Su amor. Confiar en Dios no es una fórmula instantánea ni un mecanismo rápido de intercambio. Es un proceso continuo en el que vivimos cada día con fe, oramos, aprendemos de Su Palabra y permanecemos atentos a Su obra en nuestras vidas.
La clave está en decidir obedecer persistentemente, en intentarlo una y otra vez, y en mantenernos abiertos a la dirección y al cuidado del Señor. Dios nunca deja de mirarnos con misericordia. La espera en Su amor es una oportunidad para crecer, aprender y ver cómo Su mano nos guía en cada paso.
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